El narciso posmoderno




EL NARCISO POSMODERNO




Por: Cintya Saiz-Calderón Gallegos








1. La noción de decadencia

La era posmoderna ha sido de sobra acusada de ser resultado de la mano maléfica que los teóricos de la sospecha han blandido sobre el pensamiento actual. La ruptura de las certezas que dieron lugar a la decadencia de las sociedades actuales, se gestó hace más de medio siglo bajo la difusión del pensamiento filosófico de Hegel, Schopenhauer y especialmente, de Friedrich Nietzsche. “Dios ha muerto” y ha dejado al hombre abandonado para reconstruirse a sí mismo, fue la severa condena que Nietzsche arrojó sobre la sociedad, condena que tendría serias implicaciones sobre el pensamiento del hombre posmoderno.
Si Dios ha muerto, él hombre está solo sin consuelo a que asirse, sus certezas, sus esperanzas han sido quebrantadas, aferrarse a ellas sería como tratar de sujetarse a clavos ardientes. Se ve enfrentado a él mismo, a su vacío, a aquella ruptura prístina, ahora es cuando al verse en el espejo se da cuenta de que está despedazado, roto.
Esta frase tan célebre de Nietzsche, implicó al hombre en una búsqueda de sí mismo, búsqueda que no ha de encontrar respuesta. ¿Qué hacer?, ¿Hacia dónde correr? Al hombre moderno no le queda otra opción que tratar de llenar este vacío con miles de objetos, que en el fondo, no hacen más que brindarle una ilusión de satisfacción que pronto será derrocada, cuando se de cuenta de que sigue vacío. Pero esta sensación de estar en falta no es accesible a nuestra conciencia, no es algo de lo realmente sepamos, es algo sentido más allá de la mera sensación y que nos impele a movernos. Cómo buscamos colmar esta falta, es lo realmente interesante aquí. El sujeto posmoderno está bombardeado, entrecruzado entre una serie de discursos, de imágenes, de objetos que le hacen creer que puede tener todo, que puede llenar su vacío, escindiéndolo de esta forma, entre el ser y el parecer.
Sin embargo, esta escisión no es mero producto del posmodernismo. El problema de la relación entre ser y parecer, es una negra nube que siempre ha acechado al sujeto. Desde que el hombre de la Grecia Clásica se dio cuenta que abajo del suntuoso Monte Olimpo, donde todos sus ideales, todas sus divinidades danzaban alegremente bajo las nociones de paz y justicia, estaban situadas obscuras fuerzas siniestras, más poderosas y amenazantes de las que se encontraban sobre ellas. Fue en este momento, cuando el hombre clásico descubrió que los ideales de equilibrio, armonía, entereza y perfección formal sobre los que se fundaba la sociedad, no eran más que una máscara que se erigía para ocultar un profundo desgarramiento.[2]
Esta ruptura del mundo clásico devino en una siniestra ruptura de toda certeza, si aquello que daba a las sociedades su valor, sus ideales, sus nociones de imperfección perfectible, que le permitían al sujeto pensar en la trascendencia, si todo esto era falso, entonces no quedaba nada. Es este terrible quebrantamiento, sucedido cientos de años atrás, el que dio lugar a la decadencia de las sociedades actuales. Ante el temor y debilidad, en que este estado de cosas dejo al hombre, éste necesitó de crearse nuevas máscaras. Máscaras que al intentar mostrar la síntesis entre interior y exterior, le permiten al hombre enmascarar el terror y el caos que le implica la no unidad del uno primordial.
Dicho enmascaramiento social siempre ha existido, pero en nuestros días, al contrario del sueño nietzscheano, donde la ruptura con las viejas máscaras permitiría al individuo la creación de nuevos valores, de nuevos ideales de uno mismo donde encontrar una certeza; actualmente estos disfraces sólo sirven para ocultar el vacío, el temor de asumir responsabilidades históricas y la inseguridad para tomar decisiones trascendentales. No hay realmente una creación de valores, al contrario, sólo existe un devenir indiferente entre diferentes nociones que dan al hombre una vaga ilusión de libertad. “Mientras con énfasis se habla como nunca antes de la “personalidad libre”, ni se ven personalidades y menos personalidades libres, sin excepción hombres universales medrosamente arrebujados. Nadie expone ya su persona, sino que se disfraza de hombre culto, de erudito, de poeta o político. Cuando uno toca tales máscaras, creyendo que toman en serio la cosa y no hacen la comedia... se queda de pronto con nada más que un montón de trapos y retazos.”[3]
Esta exacerbación del mundo posmoderno de la apariencia, de la máscara, sucedida tras el quebrantamiento de toda certeza llevan al sujeto a negarse a sí mismo e intentar refugiarse en él mismo, dando lugar al Narciso posmoderno.[4]


2. La pasión por lo absurdo
“Nada podría justificar el hecho de vivir, ¿cómo habiendo explorado nuestros propios extremos, seguir hablando de argumentos, causas, efectos o consideraciones morales? Es imposible, puesto que no quedan entonces para vivir más que razones carentes de todo fundamento. En el apogeo de la desesperación, solo la pasión por lo absurdo orna aún el caos con un resplandor demoníaco. Cuando todos los ideales corrientes, sean morales, estéticos o religiosos, sociales o de cualquier otra clase, no logran imprimir a la vida una dirección y una finalidad, ¿cómo preservarla del vacío? La única manera de lograrlo consiste en aferrarse a lo absurdo a la inutilidad absoluta, a esa nada fundamentalmente inconsciente cuya ficción es susceptible sin embargo de crea la ilusión de la vida.”[5]
Como bien dice Cioran, el hombre posmoderno ha explorado todo, se ha centrado en él mismo y todas sus sensaciones. Ha dejado de creer en cualquier verdad fuera de sí mismo. Las instituciones, los saberes, los poderes... han dejado de ejercer su fuerza puesto que ya nadie cree en ellas. Las operaciones sociales actuales se despliegan en un ámbito de ingravidez indiferente. El mismo Nietzsche ha sido superado, ya no es como él lo menciona darle un sentido a la angustia, al dolor, crear a partir del sufrimiento, darle una significación fuera de uno mismo, trascender. Esta angustia metafísica propia del existencialismo y del teatro del absurdo, han sido avasalladas por la indiferencia posmoderna. Decía Nietzsche que “el camino de la vida de quien no encuentra su propio ideal, le conduce a una existencia más difícil e imprudente que la de aquel que no tiene ningún ideal.”[6]
Sin embargo, la búsqueda de un ideal propio implica esfuerzo y actualmente la vida pasa delante de nuestros ojos sin pena, ni gloria, nos importa un bledo, todo puede pasar mientras no nos implique ningún gasto de energía. Ya es posible vivir sin objetivo, ni sentido, en una secuencia flash. La prisa arruina todas las formas de socialización e incluso, el sentido mismo de la forma, el oído y el ojo para la melodía de los movimientos. La prueba de todo ello está en la grosera claridad que hoy se pretende en todas partes, en todas las situaciones en las cuales el hombre quiere ser honesto con el hombre, en las relaciones con amigos, mujeres, parientes, niños, maestros, escolares, caudillos y príncipes. Vivir con esta prisa obliga continuamente a prodigarse hasta el agotamiento en un constante fingir, engañar o prevenir: la verdadera virtud consiste ahora en hacer algo en menos tiempo que otro, y así raramente se dispone de horas de honestidad; y en éstas, sin embargo, uno se siente cansado y no quisiera solamente abandonarse, sino acostarse, echarse pesadamente cuan largo se es. Solo existe una necesidad de dejarse por un rato, de abandonarse sin patetismo ni abismo, sin aspiraciones a nuevas tablas de valores.
Parece que lo único capaz de movilizar la atención es la mass media, la televisión nos llena de imágenes, nos satura de información. La indiferencia posmoderna no es resultado del defecto, sino del exceso. Exceso de información que se vierte ante nuestros ojos, una escena tras otra, sin dejar resquicio al pensamiento o a la memoria. Informaciones vanas que se olvidan fácilmente, que pasan cuando dejan de ser moda y vienen a ser suplidas por algo más espectacular. Nuevos valores que cambian cada seis meses y que oscilan entre una variedad de temas intrascendentes y meramente estéticos. La estética misma ha tomado una forma por sí sola, fuera de su vínculo con la realidad. La era posmoderna permite que el individuo deambule entre estos objetos sin rozarlos y sin ser rozado por ellos, apasionándose por momentos en cosas carentes de valor, cosas absurdas que el sujeto puede cambiar por otra, como un cambio de ropa.
Pero, ¿qué factores han incidido en este cambio? El capitalismo y todas sus raíces han generado una nueva forma de subjetividad, donde reina la indiferencia hacia las cosas y los hombres. La apatía se vuelve una nueva forma de socialización, ésta puede ser explotada por los valores capitalistas para dar cabida a sus intereses. La nueva era de la experimentación, donde todo puede ser vivido, se fundamenta en esta indiferencia donde el sujeto puede ir de uno a otro lado sin echar raíces profundas en nada. Puede convertirse en todo en un instante para ser derrocado por la nada, al otro. Las instituciones capitalistas generan esta apatía para poder controlar al sujeto. Una indiferencia por saturación, información y aislamiento. Le venden al sujeto la idea de que puede tener todo, claro, siempre y cuando tenga el poder adquisitivo necesario, que puede ser mejor que los demás, tener más que ellos, una televisión más grande, un carro del año, un celular digital donde puede recibir sus mensajes y estar más “comunicado” (sin necesidad de encarar al otro), la computadora más novedosa capaz de hacer todo por él para que no mueva un dedo, etc.; le vende la idea de que puede hacer cualquier cosa, explorar, arriesgarse la vida en los deportes de alto riesgo, que al ponerlo cerca de la muerte lo hacen liberar la adrenalina que ya no libera en su vida cotidiana. Todo, todo es posible, todo se vale mientras que el sujeto siga consumiendo en su idea de aparente libertad y de dominio de sí. Todo es alcanzable, pero todo termina por aburrir, por hacerse obsoleto, en aras de que cada seis meses o menos, hay algo más novedoso que puede ser asequible a nuestras manos. Nada debe quedarse para siempre, porque esto sólo generaría estancamiento y compromiso, al cual el sujeto posmoderno rehuye. El hombre indiferente no se aferra a nada, no tiene certezas absolutas, nada le sorprende, y sus opiniones son susceptibles de modificaciones rápidas.
Ni siquiera los rebeldes, los salvajes, los huelguistas, los cgheros, escapan a este maremoto de indiferencia, el sistema ve la manera de incluirlos. Cuando un individuo se sale de este vacío, cuando tiene el pecho hinchado de esperanza y la cabeza caliente de ideas nuevas, cuando es presa de la desesperación y la furia de vivir de otra manera, entonces el sistema debe dispersarlo, darle más animación, más entretenimiento para sedimentar a esos nómadas. Debe ser inscrito en la ilusión de conquistar el futuro, el espacio o cualquier cosa con tal de que no esté dando lata. Para contagiarlo de esta enfermedad del vivir que tiene a toda la sociedad en un constante estado de agotamiento, en un estar harto todo el tiempo, dudando de todo, que es mejor que estar desesperado por tener una certeza inamovible.
Un nuevo hartazgo que se manifiesta en nuevas formas de depresión e histeria, muy diferentes a las que se le presentaban a Freud en su diván psicoanalítico. Pero esta nueva depresión no debe ser achacada a las deficiencias psíquicas de cada sujeto, a sus condiciones de vida o estatus social, no, estas nuevas enfermedades son producto de la nueva socialización que asocializa al sujeto, que lo aleja de lo social, de lo público, para volcarlo a lo privado. El sujeto a dejado de creer en las instituciones, ya no lo animan, ya no lo exhortan, ya no sabe vivir en la sociedad, nada le importa ni lo asombra, ni la muerte, ni el amor, ni las relaciones con los otros, mucho menos la violencia o la delicuencia.
Hemos llegado a vivir igual que el joven Mersault[7], a quien su madre se le muere un día, siéndole tan indiferente que es capaz de irse a bañar con su amante al día siguiente, la única molestia que encuentra en el funeral es que hacía tal calor que lo agotaba. Un hombre capaz de descargar cuatro disparos sobre el cuerpo inerte de un hombre, sólo por que los intensos rayos del sol nublaban su visión. Eso somos, asesinos indiferentes de los valores, del otro, de la vida misma, de nosotros mismos. Nuestra única relación es para con nosotros y en este tipo de relación, es el Otro el que sucumbe. “El Yo ya no vive en un infierno poblado de otros egos rivales o despreciados de lo relacional, se borra en gritos sin razón, en un desierto de autonomía y neutralidad asfixiantes. No contento con producir aislamiento, el sistema engendra su deseo, deseo imposible que, una vez conseguido resulta intolerable, cada vez más solo y simultáneamente no se soporta a sí mismo cara a cara:”[8]
Lo que importa ahora es una posibilidad de evasión, un salto fuera del implacable rito, una loca carrera que ofrezca todas las vías de esperanza en uno mismo, una deserción de lo social que de lugar al nacimiento del individuo puro, en busca de sí mismo, obsesionado solamente por sí mismo. Un individuo que vence toda tormenta sin el impermeable de la socialización, que cae abrupta y vertiginosamente en el vacío sin la mano de otro que lo detenga, un hombre desarmado, con nada más que él mismo: Un Narciso.[9]

3. La nueva figura: Narciso

“La estupidez, el error, el pecado, la mezquindad,
ocupan nuestros espíritus y minan nuestros cuerpos,
y nosotros alimentamos nuestros remordimientos,
como los mendigos nutren a su piojera.
Nuestros pecados son tercos, nuestros arrepentimientos cobardes;
Nos hacemos pagar con creces nuestras confesiones,
Y volvemos alegremente al camino fangoso,
Creyendo lavar con viles llantos todas nuestras manchas”[10]
El narcisimo es una especie de mutación antropológica que designa una forma inédita de funcionamiento de la personalidad, de relación del individuo con él mismo, su cuerpo, el espacio y el tiempo. Todo esto resultado de lo que he venido mencionando: el agotamiento de la contra cultura, lo social está desvitalizado ya no interesa. Se ha gestado una indiferencia hacia todo, la existencia se sujeta a la novedad. Nada interesa ya, ni las instituciones, ni la muertes, ni las guerras... todo suceso adquiere sentido sólo si aparece en la “caja idiota”. Lo único que se salva a esta vorágine de indiferencia es el ámbito privado, se suscita un extremo interés en la salud, en el cuerpo, en las vacaciones, el tiempo libre, el ocio, la belleza, la estética, etc. Todo lo importante es lo que está aquí en este momento, lo que es tangible y funcional. El sentido de la continuidad histórica es arrasado por la preocupación obsesiva en el presente, la sociedad narcisista abandona sus tradiciones, sus ritos, a sus antepasados, lo único que le interesa es vivir al día, comerse el mundo a mordidas como si fuera una gran manzana. Realmente, tampoco se preocupa del presente ni de las nuevas generaciones, pensar en el presente sólo produce angustia y desesperación. Vivir el presente, aleja la duda. La preocupación obsesiva por la funcionalidad del cuerpo aleja la idea de la muerte o al menos, la retrasa. Vivir de tal forma es más soportable que vivir en la desesperación del futuro. El narcisismo elimina la tragedia a través de un sentimiento de apatía, de indiferencia donde nada puede impactarnos, donde la prisa y amenaza de la vida exterior no pueden tocarnos. El día se transforma en una oportunidad de buscar preservarnos, de buscar todas las formas de satisfacer las demandas del Yo. La noche es sólo una tregua melancólica, donde se da salida a la cólera de no encontrarse, de verse en el espejo diariamente y no ver lo que se desea, de vivir vaciado de esperanza mientras la noche transcurre cargada de signos y estrellas que muestran la tierna indiferencia del mundo y de nuestras vidas.
A través de este abandono a uno mismo, de este desinterés en el otro, el narcisismo constituye un proceso de despersonalización que implica el abandono de las causas y finalidades sociales. Al vaciarse, poco a poco, el ser social, el individuo da entrada al discurso psi, tan en boga hoy en día.
Pero, ¿qué es el discurso psi?. En sí, es la promoción de una revolución interior, un movimiento de conciencia que impele al sujeto a desear conocer todo y a la realización personal. El hombre posmoderno quiere vivirlo todo, conocer todo, experimentar todo, sentir todo... a la manera de Fausto de Goethe, el individuo actual desea tenerlo todo. Este consumismo exacerbado se convierte en una nueva bulimia. Estamos ante un nuevo Narciso, uno que no se duerme en la imagen de sí mismo, más bien trabaja por la liberación de su Yo. El inconsciente y la represión, resultan aquí como instrumentos que ofrecen el cebo del deseo y la barrera de una provocación irresistible para la reconquista de la verdad del Yo. De esta forma, el inconsciente debe ser vaciado, es necesario que el individuo se vierta completamente, que salga todo para ver si en ese mar de palabras, puede encontrarse a sí mismo.
El narcisismo se vuelve una adaptación funcional al aislamiento social que engendran las sociedades actuales. No importa que no esté el Otro, de cualquier forma, el Narciso no tiene tiempo para él, está demasiado ocupado en sí mismo, se encuentra tan seducido por su imagen que no le importa sí hay en este mundo otro ser viviente. De esta forma, el narcisismo se convierte en una nueva tecnología de control flexible y autogestionado que socializa desocializando. Le muestra a los individuos una sociedad pulverizada por el látigo de la indiferencia y el desinterés, al mismo tiempo que glorifica el imperio del Yo. Un yo que es cargado de informaciones, de objetos inanimados, de discursos que no dicen nada. Cada vez que el sujeto se mira en un espejo ve ese Yo, sonriéndole en su reflejo, seduciéndolo, pero detrás de esa sonrisa encantadora se encuentra un terrible silencio, un abismo inagotable y obscuro. El Yo está vacío, lleno de objetos despampanantes pero al fin de cuentas, vacío. Los objetos se apilan en esa bóveda interminable, pero nada los conecta, nada les da sentido, no significan nada. La voluntad débil del hombre moderno le permite divagar entre objetos insignificantes, no existe ya una voluntad fuerte que sea un eje rector de su existencia. De esta forma, el sujeto se convierte en un zombi, atravesado por mensajes de cualquier tipo, desde los más absurdos hasta los más trascendentales, de cualquier forma ninguno ancla sobre ese cuerpo dócil, nada llega a constituir un fin último, un objetivo trascendente. Este Yo lábil, se aleja de los discursos de masas y se pone a merced de la experimentación capitalista, que necesita de un sujeto así para subsistir.
Las sociedad occidentales dejan de estar dirigidas por los otros para dirigirse desde el interior, este proceso de personalización genera un culto a la intimidad, al Yo, a la búsqueda de sí mismo. Se debe expurgar al Yo de las resistencias y estereotipos, instituyendo así un espíritu doblegado a la formación permanente. No hay contenidos definitivos, no hay alteridad, por el contrario, existe una búsqueda de la igualdad. La desaparición de la diferencia, las desigualdades son suprimidas o ignoradas para dar paso a la igualdad, el Otro se vuelve un semejante que amenaza la formación de la identidad propia. Un Otro tan parecido a mi, sigue la misma función de un Otro demasiado diferente, no me sirve de identificación, no me sirve para constituir mi Yo. ¿Qué me queda? En este mundo de igualdad la única respuesta es la conquista de la autenticidad y la verdad del deseo del Yo. En este sentido, a más narcisismo más conflicto, puesto que el individuo busca realizar sus deseos, ser mejor que el Otro, sentirse admirado o envidiado. Busca cínicamente la manera de explotar a ese otro, de sobajarlo, sólo me sirve como punto de referencia, para certificarme que soy mejor que él.
La vida se vuelve entonces una guerra de todos contra todos, además de una guerra interna por ser mejor que todos los demás. El sujeto posmoderno es presa de un Super yó terrible y castrador, surgido a raíz de la desaparición de la figura paterna en el seno de la familia. Las altas cifras de divorcios, de madres solteras, de niños cuidados por las instituciones sociales, alimentan en el niño la creencia de que la madre es una castradora del padre y de que entonces, este pequeño puede advenir falo, ya que aquella débil figura paterna al nunca introducir la ley, puede ser reemplazada en su embestidura, posición y poder. El contenido de este super yó moderno, es aún mas atroz, más dictatorial, pues se llena con base a ideales demasiado altos y en la mayoría de los casos inalcanzables. Se constituye a partir de la mass media que presenta personajes “perfectos”, irreales... personajes que constituyen un modelo para el Yo, el individuo quiere ser como ellos tener ese cuerpo y estética perfectos. Pero mientras más grande sea el ideal, más lejos está de las posibilidades del sujeto, así mientras la distancia entre ambos se abre, se favorece la denigración y el desprecio por uno mismo, insuficientemente dotado para alcanzar el ideal.
El narcisismo genera una desubstancialización de las grandes figuras de la alteridad y lo imaginario. El principio de realidad queda sustituido por el principio de transparencia que transforma lo real en un lugar de tránsito para todo objeto e imperativo. Lo real se vuelve inhabitable porque no puede ser alcanzado, se sustituye por lo imaginario, por una replegación sobre uno mismo. Se reniega de todo, nada existe, sólo lo que los ojos y oídos de Narciso quieren ver. La vida misma con sus sonidos, sus olores, sus sinsabores se vuelve una suerte de parásito que contamina la imagen perfecta de Narciso, quien prefiere esconderse atrás de unos audífonos y unos lentes de sol, para no escuchar ni ver nada. Hoy Narciso se libera.



[2] Nietzsche, F. (1999). El nacimiento de la tragedia. Buenos Aires: Alianza editorial.[]
3 Nietzsche, F. (1999). Consideraciones intempestivas. Buenos Aires: Alianza editorial. Pág. 5.[]
4 Vattimo, G. (1989). El sujeto y la máscara: Nietzsche y el problema de la liberación. Barcelona: ediciones Península.

[5] Cioran, E. (1991). En las cimas de la desesperación. España: Tusquets editores. Pág. 23.
[]6 Nietzsche, F. (1999). Más allá del bien y el mal. Buenos Aires: alianza editorial. Pág. 87.
[]7 Camus, A. (2001). El extranjero. Buenos Aires: Alianza editorial.
[]8 Lipovetsky, G.. (1986). La era del vacío. Barcelona: Anagrama. Pág. 48.
[]9 Lipovetsky, G., ibid.Galende, E. De un horizonte incierto. Argentina: Paidós.
[10] Baudelaire, C. (1997). Las Flores del Mal. Fragmento de poema. España: EDIMAT. Pág. 60.[]11 Lipovetsky, G. Op.cit.

Si volvieran los dragones. (Taller)

¿Una propuesta ante el caos de la posmodernidad?







Album: Enemigos íntimos

Si volvieran los dragones


Si la angustia no tuviera tantos meses

si pudiera huir de esta ciudad,

si el milagro de los panes y los peces

consiguiera darnos de cenar.

Si tuvieran corazón las autopistas,

si alguien me esperara en la estación,

si bajaran de la luna los artistas,

si acabara bien esta canción.

Si aprendiéramos a amar como animales,

si quedara tiempo que perder,

si bailaran rock and roll los generales,

si cantara el gallo rojo del amanecer.

Y los sentidos olvidaran la razón.

Y las golondrinas

supieran volver

a hacer su nido cada otoño en el reloj

de las oficinas,

si el huracán del porvenir

arrasara las fronteras

rotas las banderas por la pasión,

si reinara en el dos mil

la imaginación.

Si los besos cotizaran más que el oro,

si quedara hotel en Shangri-Lá,

si la muerte hiciera mutis por el foro,

si pudiera yo quererte hasta el final

y naufragar

en la isla del tesoro,

si los mercenarios de la soledad

incendiaran con un blues

todo el cono sur.

Si en los escombros de la revolución

creciera el árbol verde del placer,

y las catedrales se cansaran de ser

ruinas del fracaso de Dios.

Si volvieran los dragones a poblar las avenidas

de un planeta que se suicida.

Si volvieran los dragones...

Si volvieran los dragones, Robin Hood,

las amazonas, Marco Polo, Nosferatu, Garcilaso,

Casanova, Buster Keaton, Mata Hari, Don Quijote,

Macedonio, Moby Dick, Los Bucaneros,

Nostradamus, Celedonio, Sargent Pepper,

Goyeneche, Sitting Bull, La violetera,

Janis Joplin, Doctor Jekyll, D´Artagnan,

la primavera, el Cantar de los Cantares, Greta Garbo,

el Tempranillo, Babilonia, Julio Verne, Camaron,los conventillos, gulliver, Sierra Maestra, Bonny and Clyde,

La Magdalena, Camelot, los alquimistas,

Atahualpa, Bonavena, la tetona de Fellini, Bakunin,

las ilusiones, Espartaco, Mesalina, las cigueñas,

los bufones, Si volvieran los dragones.


TALLER
1. ¿Qué relación guardan los nombres de la canción?
2. ¿Qué relación guardan estos nombres con el tema que estamos viendo?
3. ¿Qué propuesta de tipo estético (desde la belleza, como elemento para pensar y replantear las cosas del mundo) existe en la canción ante el caos de la posmodernidad? Elabore un pequeño escrito a partir de la pregunta.

Presentación de El super hombre


Una manera de proponer valores hoy.

Nietzsche
Para descargar la presentación de aquí .


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El RENACIMIENTO.



EL RENACIMIENTO.



CONCEPTO, ORIGENES Y CAUSAS DEL RENACIMIENTO


Concepto de Renacimiento

Se denomina Renacimiento al periodo de la historia europea, caracterizada por un renovado interés por el pasado grecorromano clásico y especialmente por su arte. Con el Renacimiento, el hombre centra toda su actividad, en el hombre como tal, es decir después del aletargamiento medieval el hombre piensa ahora con una libertad de espíritu, que le conducirá a la libertad de pensamiento, el culto a la vida y el amor a la naturaleza son otros aspectos importantes, además el Renacimiento estableció como fuentes de inspiración el equilibrio y la serenidad. Pero lo más característico de esta época es la separación entre lo cívico y lo religioso.
1.1. Humanismo en el Renacimiento
Es la manifestación ideológica y literaria del Renacimiento. Los hombres del Renacimientodocumentos. Para ello recibieron la protección de príncipes y Pontífices, que les estimularon en sus investigaciones.
Primeramente se sintió interés tan solo por los autores y el arte latina, pero pronto se llego a su fuente, o sea al arte y la cultura griega. Así se desarrollo una mentalidad erudita, critica y apasionada por las ciencias y las artes, que se centro en el hombre y sobrestimo los valores humanos, de ahí el nombre de Humanismo.
La sobrestimación de estos valores y los descubrimientos geográficos y técnicos, crearon el orgullo y el individualismo del hombre renacentista. El Humanismo, tuvo sobre todo un carácter literario donde Dante y Boccaccio son considerados como precursores del mismo. Petrarca es considerado como el primer humanista.
1.2. Que fue el Renacimiento
Se denomina Renacimiento al movimiento cultural que surge en Europa el siglo XIV, y que se muestra como característica esencial su admiración por la antigüedad grecorromana. Este entusiasmo, que considera las culturas clásicas como la realización suprema de un ideal de perfección, se propone la limitación en todos los ordenes, lo que explica el calificativo de Renacimiento, pues en verdad, se trataba de un renacer, de un volver a dar vida a los ideales que habían inspirado aquellos pueblos.
El Renacimiento, desde luego no fue una simple exhumación de las artes antiguas. El interés por el arte grecorromano fue una consecuencia. En principio, se aspiro a una renovación en todas las parcelas de la cultura humana, filosofía, ética, moral, ciencia, etc... encaminada a la hechura de un hombre que fuera comprendido y resumen de todas las perfecciones físicas e intelectuales. El hombre integral, el genio múltiple, en el que se concilian todas las ramas del saber en una actitudLeonardo da Vinci, un Miguel Angel, un Rafael.
Orígenes del Renacimiento
El renacimiento tuvo su origen en Italia en los siglos XIV y XV, llegando a su apogeo al iniciarse el siglo XVI. De Italia se extiende lentamente por Europa excepto Rusia. A lo largo de los cincuenta años que van desde 1520 a 1570, discurre la madura plenitud del Renacimiento y también se percibe su ocaso. Toda la Europa de Occidente toma parte ahora en el movimiento de las artes y de las letras. La recepción de los gustos italianos se generaliza, los grandes maestros surgen ya no solo en Italia, sino en todo el ámbito de las monarquías occidentales.
Pero el desarrollo normal de la cultura renacentista se ve afectada por el hecho simultaneo de las luchas religiosas derivadas de la revolución protestante. Así, en Alemania, se corto el brote renacentista, al igual que en Francia con las guerras civiles de la segunda mitad de quinientos. Además en los países adheridos a las confesiones protestantes, el credo iconoclasta de los nuevos evangelios suprimió la ocasión de ejercitar el mecenazgo eclesiástico y, al menos en la pintura y la escultura, suprimió la temática abundante de los motivos iconográficos, con la rara salvedad de los temas bíblicos.
2.1. La extensión de la cultura
Gracias a la creación de universidades, escuelas y a medida que nos adentramos en el quinientos, la arquitectura Italiana y la estatuaria se abren camino en diferentes países europeos: en Inglaterra muy lentamente, pues el crisma religioso alejara de ahí a los artistas italianos que habían sido llamados a trabajar en el país y eran los mas capacitados propagadores de la renovación artística; en los piases escandinavos se daban también algunas muestras esporádicas, debido al mecenazgo de los reyes; hasta en Polonia y en la Rusia, Ivan III se recogía las ondas del arte italiano.
En Francia se hace más extensa la recepción del arte y la cultura italiana. Durante época de Francisco I continua la construcción de suntuosas edificaciones. De entonces data el castillo real de Chambord, el palacio preferido del rey para sus cacerías, pues aquellos castillos no tenían ningún fin militar. En 1546 comienza Pedro Lescot la contracción del Louvre, que seria el monumento triunfal de la arquitectura renacentista francesa, y poco después Delorme levantaría las Tullerias.
En España es donde, fuera de Italia, el arte del bajo Renacimiento ha hecho más considerables progresos. Teniendo ya el gusto italiano durante el reinado de los Reyes Católicos, mas o menos combinando con un estilo local, la arquitectura continua ahí por los mismos cauces bajo Carlos V. Durante el reinado de Felipe II se depura mucho el gusto, se impone la sobriedad ornamental. El arte oficial de Felipe II favorece esta tendencia, Pedro de Toledo y Juan de Herrera son los grandes arquitectos de El Escorial, su obra cumbre. trabajaron con mucho entusiasmo en estudiar metódicamente las obras de la antigüedad, explorando ruinas, exhumando manuscritos y salvando de su destrucción valiosos fecunda, fue la gran creación del Renacimiento que cristalizo en figuras que mantienen viva la admiración atravez de los tiempos, como un

VERDAD Y VALIDEZ DE LOS ARGUMENTOS

¿Cuando los argumentos son verdaderos
y cuando son validos?

Argumento Válido.

Un argumento es válido, cuando tiene coherencia y sentido. Tiene coherencia por que las premisas no se contradicen unas con otras y se corresponden con la conclusión.

Es válido también si digo que tiene una estructura lògica,es decir que comience con las premisas y pase luego llegue a las conclusiones.

Miremos el ejemplo.

1. Los antioqueños son dicharacheros, alegres, emprendedores y a veces tramposo. (primera premisa)
2. Juan es antioqueño (Segunda premisa)
3. Por lo tanto Juan es dicharachero, alegre, emprendedor y a veces tramposo. (conclusión).

Para reflexionar.

Tenemos el siguiente argumento:

Mario Vargas Llosa al escribir sobre la identidad dice: que aquello que llamamos identidad es algo que cambiante, no es estática,

Argumentos Deductivos e inductivos.

Deductivos.

Si la conclusión del argumento es verdadera, podemos decir que el argumento es deductivo. El ejemplo que mas nos sirve es el de las matemáticas.

Utilicemos el siguiente ejemplo.

1. a=b
2. b=c
3. a=c.

Con las proposiciones 1 y 2 podemos afirmar que la conclusión es verdadera, pues de las dos premisas primeras se puede concluir esto.

Indicadores de premisa y conclusión.

Indicador de una premisa.

Cuando en un argumento, nos encontramos con expresiones como: ya que, puesto que, seguidamente, si seguimos con este planteamiento, teniento en cuenta, etc... nos encontramos ante una premisa.


Indicador de conclusión.

Si en el argumento nos encontramos expresiones como: en conclusión, en consecuencia, podemos afirmar, para terminar, asi ... estamos ante una conclusión.

ALGO DE LÓGICA

¿Qué es un argumento?

Es un cojunto de frases, donde se puede decir que una de ellas es verdadera, ya que las otras nos proporcionan pruebas suficientes para afirmar esto.

El argumento se compone:

Conclusión: es la frase a la cual se llega después de mencionar las otras, es decir es la frase que deducimos o inferimos con la información que nos dan las otras frases. Por lo general aparece al final del argumento.

Premisas: Las frases que nos brindan la información para llegar a la conclusión las llamamos de esta manera..

Miremos esto con un ejemplo.

1. Los antioqueños son personas "echa´as pa´lante", trabajadores, y emprendedores.
2. Johana es antioqueña.
3. Por lo tanto Johana es trabajadorea y emprendedora.

Las premisas o proposiciones 1y2, nos dan la información a travez de la cual podemos llegar a la conclusión: Por lo tanto Johana es trabajadorea y emprendedora, así esto no sea cierto.
Por que así Johana sea antioqueña no quiero decir esto que necesariamente se desprenda de las premisas que es trabajadora y emprendedora. Y tampoco la primera premisa me indica que necesariamente todos los antioqueños sean trabajadores y emprendedores, en otras regiones de Colombia nos podemos encontrar personas de este tipo.