Wittgenstein Trabajo para clase


Trabajo para clase.

1. Lea la teoría de los juegos del lenguaje,

2. Relacione los fragmentos de las investigaciones filosóficas de Wittgenstein con la teoría de los juegos del lenguaje.

3. aplique el método de lectura a los fragmentos de wittgenstein y elaboré un mapa o resumen con las ideas centrales


1. Juegos Lingüísticos O Juegos De Lenguaje

Modalidades del lenguaje consecuencia de los distintos usos que del mismo hacemos en nuestra vida.

En su segunda época, la de “Investigaciones filosóficas”, Wittgenstein afirma que la teoría del lenguaje que había presentado en el “Tractatus” es inadecuada. Las tesis principales del “Tractatus” que el segundo Wittgenstein rechazará son las siguientes:

  • el lenguaje tiene una naturaleza o esencia que se puede descubrir mediante el análisis lógico y que es común a todas sus manifestaciones concretas;

  • la modalidad de lenguaje fundamental es el lenguaje declarativo, el lenguaje con el que informamos acerca de la realidad;

  • el lenguaje corriente puede depurarse mediante el análisis lógico hasta dar con las estructuras lingüísticas que expresen fielmente los rasgos de la realidad;

  • en ese lenguaje ideal a cada palabra le debe corresponder un significado y a cada significado una palabra.

Sin embargo, en la época de las “Investigaciones filosóficas” rechaza la primacía del lenguaje declarativo y esta visión esencialista del lenguaje: con el lenguaje podemos hacer más cosas que describir la realidad (podemos dar órdenes, rezar, contar una historia,...); además, no existe un conjunto de rasgos que estén presentes en todas y cada una de las formas de lenguaje, el lenguaje tiene muchas manifestaciones y entre todas ellas lo único que existe es un “parecido de familia”. El lenguaje es un instrumento de la vida, por lo que habrá tantos tipos de lenguaje como esferas fundamentales de la vida. Los juegos de lenguaje son los diferentes tipos de lenguaje El número de tipos de lenguaje no está dado de una vez por todas pues los juegos de lenguaje cambian, nacen nuevos tipos y desaparecen otros. En las “Investigaciones filosóficas”, 23, Wittgenstein presenta ejemplos de tales juegos de lenguaje: dar órdenes y obedecerlas; describir un objeto según su apariencia; relatar un suceso; formar y comprobar una hipótesis; inventar una historia; actuar en teatro; cantar a coro; adivinar acertijos; hacer chistes y contarlos, resolver un problema de aritmética práctica; suplicar, agradecer, maldecir, saludar, rezar,...

La visión esencialista del lenguaje que defendió en el “Tractatus” suponía que cada concepto debía tener un significado unívoco, preciso; entender una palabra era entender su significado; en esta segunda etapa la descripción de lo que debemos aceptar como el significado de las palabras es muy distinta. Por ejemplo, dice Wittgenstein, captar el significado de la palabra “juego” no es captar la naturaleza común a todos los juegos, entender el significado de este concepto es saber utilizarlo en los distintos contextos vitales en los que está presente. El significado de un término es su uso.

Wittgenstein rechaza la existencia de esencias en la realidad, las cosas solo tienen “parecidos de familia”, Para entender este concepto fijémonos en el ejemplo siguiente: tenemos las fotos de seis miembros de una familia, miembros de los que cabe destacar los siguientes rasgos:

“parecidos de familia”


ojos marrones

pelo oscuro

boca grande

orejas pequeñas

tez morena

pelo rizado

frente despejada

Luís

X

X


X


X


María


X

X

X


X


Inés

X

X

X


X


X

Alberto


X


X

X


X

Laura



X


X

X

X

Jorge

X


X

X

X

X



como se puede apreciar no hay ningún rasgo común a todos ellos, aunque se pueda decir que tienen cierto “aire de familia”, ciertos parecidos; pues bien, lo mismo ocurre con los conceptos y la realidad: no existe la esencia de los juegos, no existe una propiedad, ni mucho menos un conjunto de propiedades, que deba estar presente en todas y cada una de las actividades que llamamos juegos, en unos están presentes ciertas características y en otros otras; y esto es válido también para los conceptos, incluidos el concepto “lenguaje”: no existe la “esencia” o “naturaleza” del lenguaje, existen muchos lenguajes con semejanzas superpuestas; en los distintos juegos, como en los distintos lenguajes, encontramos sólo un “aire de familia”.

Tomado de

http://www.e-torredebabel.com/Historia-de-la-filosofia/Filosofiacontemporanea/Wittgenstein/Wittgenstein-JuegosLenguaje.htm


2. Investigaciones filosóficas, Ed Altaya (Ludwig Wittgenstein). Fragmentos



14. Imagínate que alguien dijese: «Todas las herramientas sirven para modificar algo. Así, el martillo la posición del clavo, la sierra la forma de la tabla, etc.»— ¿Y qué modifican la regla, el tarro de cola, los clavos?— «Nuestro conocimiento de la longitud de una cosa, la temperatura de la cola y la solidez de la caja.» ¿Se ganaría algo con esta asimilación de expresiones?—

15. Más directamente se aplica quizá la palabra «designar» cuando el signo está sobre el objeto designado. Supón que las herramientas que A emplea en la construcción llevan determinados signos. Cuando A le muestra al ayudante un tal signo, éste trae la herramienta provista del signo.

Así, y de maneras más o menos semejantes, designa un nombre una cosa y se da un nombre a una cosa.— Resultará frecuentemente provechoso decirnos mientras filosofamos: Nombrar algo es similar a fijar un rótulo en una cosa.

16. ¿Qué hay de las muestras de color que A le presenta a B? — ¿pertenecen al lenguaje? Bueno, como se quiera. No pertenecen al lenguaje de palabras; pero si le digo a alguien:«Pronuncia la palabra ‘la’», contarás esta segunda «’la’» también dentro de la oración. Y sin embargo juega un papel enteramente similar al de una muestra de color en el juego de lenguaje (8); a saber, es una muestra de lo que el otro debe decir.

Es lo más natural, y lo que menos confusión provoca, contar las muestras entre las herramientas del lenguaje.

((Anotación sobre el pronombre reflexivo «esta oración»).)

17. Nos sería posible decir: en el lenguaje (8) tenemos diferentes géneros de palabras. Pues las funciones de la palabra «losa» y de la palabra «cubo» son más semejantes entre sí que las de «losa» y «d». Pero, cómo agrupemos las palabras en géneros dependerá de la finalidad de la clasificación— y de nuestra inclinación.

Piensa en los diferentes puntos de vista desde los que pueden clasificarse herramientas en géneros de herramientas. O piezas de ajedrez en géneros de piezas.

18. Que los lenguajes (2) y (8) consten sólo de órdenes no debe perturbarte. Si quieres decir que no son por ello completos, pregúntate si nuestro lenguaje es completo — si lo era antes de incorporarle el simbolismo químico y la notación infinitesimal, pues éstos son, por así decirlo, suburbios de nuestro lenguaje. (¿Y con cuántas casas o calles comienza una ciudad a ser ciudad?) Nuestro lenguaje puede verse como una vieja ciudad: una maraña de callejas y plazas, de viejas y nuevas casas, y de casas con anexos de diversos períodos; y esto rodeado de un conjunto de barrios nuevos con calles rectas y regulares y con casas uniformes.

19. Puede imaginarse fácilmente un lenguaje que conste sólo de órdenes y partes de batalla.— O un lenguaje que conste sólo de preguntas y de expresiones de afirmación y de negación. E innumerables otros. E imaginar un lenguaje significa imaginar una forma de vida.

¿Pero qué hay de esto: Es el grito «¡Losa!» en el ejemplo (2) una oración o una palabra?— Si es una palabra, no tiene por cierto el mismo significado que la homófona de nuestro lenguaje ordinario, pues en §2 es una llamada. Pero si es una oración, no es por cierto la oración elíptica «¡Losa!» de nuestro lenguaje. Por lo que toca a la primera pregunta, puedes llamar a «¡Losa!» una palabra y también una oración; quizá sea más acertado una Oración degenerada’ (como se habla de una hipérbola degenerada), y justamente es nuestra oración ‘elíptica’.— Pero ésa es por cierto sólo una forma abreviada de la oración «¡Tráeme una losa!» y no hay esa oración en el ejemplo (2).— ¿Pero por qué no debiera, a la inversa, llamar a la oración «¡Tráeme una losa!» una prolongación de la oración «¡Losa!»?— Porque quien grita «¡Losa!» significa en realidad: «¡Tráeme una losa!».— ¿Pero cómo haces esto: significar eso mientras dices «Losa»? ¿Te repites interiormente la oración no abreviada? ¿Y por qué, para decir lo que otro significa con el grito «¡Losa!», debo traducir esa expresión en otra distinta? Y si significan lo mismo — ¿por qué no debo decir: «cuando él dice ‘¡Losa!’, significa ‘¡Losa!’»? O: ¿por qué no has de poder significar «¡Losa!», si puedes significar «¡Tráeme la losa!»? — Pero si grito «¡Losa!», ¡lo que quiero es que él me traiga una losa!. Ciertamente, ¿pero consiste ‘querer esto’ en que pienses de alguna forma una oración diferente de la que dices?—

20. Pero cuando alguien dice «¡Tráeme una losa!», parece ahora que él podría significar esta expresión como una sola palabra larga: esto es, correspondiente a la palabra «¡Losa!». — ¿Se puede, entonces, significarla unas veces como una sola palabra y otras como tres palabras? ¿Y cómo se la significa ordinariamente? Creo que propenderemos a decir: Significamos la oración como una oración de tres palabras cuando la usamos en contraposición a otras oraciones como «Tiéndeme una losa», «Tráete una losa», «Trae dos losas», etc., en contraposición, pues, a oraciones que contienen la palabra de nuestra orden en otras combinaciones. — ¿Pero en qué consiste usar una oración en contraposición a otras oraciones? ¿Le vienen a uno a las mientes quizá esas oraciones? ¿Y todas ellas? ¿Y mientras se dice aquella oración, o antes, o después?— ¡No! Aun cuando una explicación semejante resulte para nosotros tentadora, sólo necesitamos pensar un instante en lo que sucede realmente para ver que andamos aquí por mal camino. Decimos que usamos la orden en contraposición a otras oraciones porque nuestro lenguaje contiene la posibilidad de esas otras oraciones.

Quien no entienda nuestro lenguaje, un extranjero que hubiera oído frecuentemente que alguien daba la orden «¡Tráeme una losa!», podría formar la opinión de que toda esta serie de sonidos es una palabra y que corresponde quizá a la palabra para «piedra de construcción» en su lenguaje. Si luego él mismo diera esta orden, quizá la pronunciaría de otro modo y nosotros diríamos: La pronuncia tan extrañamente porque la tiene por una sola palabra. — ¿Pero no ocurre también algo diferente dentro de él cuando la pronuncia — algo que corresponda al hecho de que él concibe la oración como una sola palabra?— Puede ocurrir lo mismo dentro de él o algo diferente. ¿Pues qué ocurre dentro de ti cuando das una orden así?; ¿eres consciente de que consta de tres palabras mientras la pronuncias? Ciertamente, tú dominas ese lenguaje — en el que también hay aquellas otras oraciones — ¿pero es ese dominio algo que ‘sucede’ mientras pronuncias la oración?— Y ya he admitido que el extraño probablemente pronuncie de modo diferente la oración que concibe de modo diferente; pero lo que llamamos su errónea concepción no necesita residir en algo que acompañe la emisión de la orden.

La oración es ‘elíptica’ no porque omita algo que nosotros significamos cuando la pronunciamos, sino porque es abreviada — en comparación con un determinado modelo de nuestra gramática.— Podría ciertamente hacerse aquí la objeción: «Concedes que la oración abreviada y la no abreviada tienen el mismo sentido.— Así pues, ¿qué sentido tienen? ¿No hay entonces una expresión verbal de ese sentido?» — ¿Pero no consiste el mismo sentido de las oraciones en su mismo empleo?— (En ruso se dice «piedra roja» en vez de «la piedra es roja»; ¿les falta la cópula en el sentido o añaden la cópula mentalmente?)

21. Imagínate un juego de lenguaje en el que B, respondiendo a la pregunta de A, dé parte del número de losas o cubos que hay en una pila, o de los colores y formas de las piedras de construcción que están aquí y allá.— Así, un parte podría sonar: «Cinco losas». ¿Cuál es entonces la diferencia entre el parte o la aserción, «Cinco losas», y la orden, «¡Cinco losas!»?— Bueno, el papel que la emisión de estas palabras juega en el juego de lenguaje. Probablemente también será diferente el tono en que se pronuncian, y el semblante y muchas otras cosas. Pero podemos también imaginarnos que el tono es el mismo — pues una orden y un parte pueden pronunciarse en varios tonos y con varios semblantes — y que la diferencia reside sólo en el empleo. (Ciertamente también podríamos usar las palabras «aserción» y «orden» para designar una forma gramatical de oración y una entonación; como llamamos de hecho a «¿No hace hoy un tiempo espléndido?» una pregunta, aunque se use como aserción). Podríamos imaginarnos un lenguaje en el que todas las aserciones tuviesen la forma y el tono de preguntas retóricas; o toda orden la forma de la pregunta: «¿Querrías hacer esto?» Quizás entonces se diría: «Lo que él dice tiene la forma de una pregunta, pero es realmente una orden» — esto es, tiene la función de una orden en la práctica del lenguaje. (Similar-mente se dice «Harás esto» no como profecía, sino como orden. ¿Qué la convierte en una cosa y qué en la otra?)

25. Se dice a veces: los animales no hablan porque les falta la capacidad mental. Y esto quiere decir: «no piensan y por eso no hablan». Pero: simplemente no hablan. O mejor: no emplean el lenguaje — si prescindimos de las formas más primitivas de lenguaje.— Ordenar, preguntar, relatar, charlar pertenecen a nuestra historia natural tanto como andar, comer, beber, jugar.

26. Se piensa que aprender el lenguaje consiste en dar nombres a objetos. A saber: a seres humanos, formas, colores, dolores, estados de ánimo, números, etc. Como se dijo: nombrar es algo similar a fijar un rótulo en una cosa. Se puede llamar a eso una preparación para el uso de una palabra. ¿Pero para qué es una preparación?

27. «Nombramos las cosas y podemos entonces hablar de ellas, referirnos a ellas en el discurso.»— Como si con el acto de nombrar ya estuviera dado lo que hacemos después. Como si sólo hubiera una cosa que se llama: «hablar de cosas». Mientras que en realidad hacemos las cosas más heterogéneas con nuestras oraciones. Pensemos sólo en las exclamaciones. Con sus funciones totalmente diversas.

¡Agua! ¡Fuera!

¡Ay!

¡Auxilio!

¡Bien!

¡No!

¿Estás aún inclinado a llamar a estas palabras «denominaciones de objetos»?

En los lenguajes (2) y (8) no había un preguntar por la denominación. Ésta y su correlato, la explicación ostensiva, son, podríamos decir, un juego de lenguaje por sí mismo. Esto quiere decir realmente: somos educados, adiestrados, para preguntar: «¿Cómo se llama esto?» — a lo que sigue el nombrar. Y hay también un juego de lenguaje: Inventar un nombre para algo. Y, por tanto, decir: «Esto se llama...», y entonces emplear el nuevo nombre. (Así, por ejemplo, los niños dan nombres a sus muñecos y luego hablan de ellos y a ellos. ¡Piensa igualmente cuan singular es el uso del nombre de una persona para llamar al individuo nombrado!)

28. Se puede definir ostensivamente un nombre de persona, un nombre de un color, el nombre de un material, un numeral, el nombre de un punto cardinal, etc. La definición del número dos «Esto se llama ‘dos’» — mientras se señalan dos nueces — es perfectamente exacta.— ¿Pero cómo se puede definir así el dos? Aquel a quien se da la definición no sabe qué se quiere nombrar con «dos»; ¡supondrá que nombras ese grupo de nueces!— Puede suponer eso; pero quizá no lo suponga. A la inversa, cuando quiero asignar un nombre a ese grupo de nueces, él podría también malentenderlo como un numeral. E igualmente, cuando explico ostensivamente un nombre de persona, él podría considerarlo como nombre de un color, como designación de una raza e incluso como nombre de un punto cardinal. Es decir, la definición ostensiva puede en todo caso ser interpretada de maneras diferentes.